Amemos la luz que nos da la Biblia.

Me atrevería a decir que en la historia de El Salvador nunca se ha escrito tanto sobre la Biblia en los editoriales de los periódicos, ni nunca se han realizado tantas entrevistas en la televisión y en la radio sobre la lectura de la misma. Dentro del grupo de personajes que dan su opinión sobre el tema encontramos líderes religiosos, intelectuales, profesionales y personas que de alguna manera se han mostrado interesadas en el tema. Pero sobre todo llama la atención que la mayoría de estas personas han sentado una posición contra la lectura de la Biblia en las escuelas, usando como pretextos el hecho de haber sido impuesta por un decreto legislativo, la supuesta inconstitucionalidad del decreto, la diferencia entre las creencias o religiones, la incapacidad de los profesores para poder leer la Biblia y responder las preguntas de los estudiantes, el peligro de leer textos bíblicos sacados de contexto y otras más.

En realidad el problema es que estamos viviendo una era calificada como postmoderna, es decir, la idea que trajo el modernismo de que la verdad era absoluta solo si podía ser comprobada científicamente ahora ha cambiado a decir que no hay verdad absoluta, todo es relativo, la verdad es propia de cada quien, por lo que dictar algo como absoluto hace que el individuo sea tildado de loco o fanático. Esto ha llevado a una tolerancia al relativismo. Lo contradictorio es que se tolera al que está de acuerdo con el relativismo y se es intolerante con el que sostiene el absoluto. La tolerancia bíblica se centra en el ser humano, la tolerancia post moderna lo hace en las ideas. La tolerancia bíblica dice que aunque usted no esté de acuerdo con mis ideas yo lo respeto como persona, la tolerancia postmoderna me dice que debo tener una mente mas abierta con sus ideas aunque estén contra las mías. Ahora en este caso no estamos hablando de mis ideas sino de la Palabra de Dios. Alguien dirá: “Para mí no es la Palabra de Dios”. La Palabra de Dios no depende de si la consideremos como tal o no. Cuando las personas creían que la tierra era plana eso no la hacía plana. Dios y su Palabra son lo que son a pesar de nuestras conclusiones.

Si a esto agregamos la inmensa mayoría salvadoreña catalogada como cristiana, creo que no deberíamos tener ningún inconveniente para aceptar la lectura de la Biblia en las escuelas, sin embargo vemos lo contrario. El apóstol Juan nos dijo en su evangelio que “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, por que sus obras eran malas”(Juan 3.19). Esto convierte la decisión de leer la Biblia en un dilema de tipo moral más que intelectual. Simple, si yo estoy a favor de que se lea entonces estoy amando la luz, de lo contrario amo las tinieblas porque mis obras son malas.

Alguien más dirá que lo malo es que se hizo por decreto de la Asamblea Legislativa. Déjenme contarles la historia de un hombre que tenia la mano seca. Jesús viéndolo le sano un día sábado. Los legalistas se opusieron y dijeron que no se podía por que era día de reposo. Jesús les respondió: Es lícito hacer el bien en el día de reposo (Mateo 12.10)
Antes en el versículo 8 nos aclara lo siguiente: el hijo del Hombre es Señor del día de reposo. Lo correcto se hace no importando si está a favor la mayoría o la minoría. Lo correcto es detenerse ante un semáforo en rojo aunque muchos se lo pasen, lo correcto es no robar aunque muchos lo hagan. Entiende, lo correcto se hace simple y sencillamente por que es lo correcto.

No deben haber excusas para no leer la Biblia. Ahora, si alguien está en contra, mi recomendación es que empiece a leerla, ésta lo transformará como Jesús transformó a Pablo y entonces, y solo entonces, usted también estará a favor de su lectura.

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