Navidad es Jesús.

Hace más de dos mil años, en Belén, la ciudad de David, se dio un hecho que cambió la historia de la humanidad. Sucedió algo que fue planeado mucho antes de Génesis 1.1. Se planeó cuando solo existía Dios en su Bendita Trinidad. No había nadie más. 1 Pedro 1.20 nos dice que el Plan Redentor fue establecido “desde antes de la fundación del mundo”. Imagínate a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo reunidos y viendo el panorama de lo que pasaría con la humanidad. Dios crearía al hombre, el hombre dejaría a Dios y no tendría como pagar por su pecado. Dios debe haber dicho “no hay nadie que pueda pagar con su vida y venir con nosotros al Cielo. Cada ser humano aún cuando muera por sus pecados merecerá el infierno”. Jesús debe haber dicho “Hay una manera Padre. Yo iré. Yo me sacrificaré por toda la humanidad, quitaré el pecado del mundo”. El Espíritu Santo habrá dicho “Yo los convenceré de pecado, de juicio y de justicia. Habitaré en cada uno de ellos y seré en cada creyente un sello hasta el día de la redención”. Dios respondió “Solo tendrán que creer. Solo tendrán que recibir a mi Hijo, deberán creer en su nombre y entonces les daré la potestad de ser hechos Hijos de Dios”. El Espíritu Santo agregó “Debe quedarles claro que serán salvos por gracia por medio de la fe, y que no es por capacidad de ellos o por sus obras sino que es un regalo de Dios para que nadie se gloríe.” Dios Padre agregó “El plan es el siguiente Hijo mío. Cuando se cumpla el tiempo, te enviaré a ti Hijo mío, nacido de mujer y nacido bajo la ley. Serás 100% hombre y 100% Dios. Sin pecado. Tendrás que morir y derramar tu sangre preciosa para que el que en ti crea no sea condenado, pero el que no crea continuará en su condición de condenado, porque no habrá creído en el nombre del Unigénito Hijo de Dios.”

Miles de años después…La noche es oscura en Belén, José está con María en un establo.  Estando allí se dio el tiempo del Nacimiento de Jesús. Con la dulzura de una mujer declarada bendita entre las mujeres toma a su hijo y lo envuelve en pañales acostándolo en un pesebre porque no había lugar para ellos en el mesón. Cerca de ahí habían pastores a los cuales se les apareció un ángel del Señor y entre las palabras que les dio se encuentra una frase especial: “Hoy, en la Ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor”.

Si entiendes el recorrido que hemos hecho se trata de Dios Todopoderoso que se humilló hasta la sumo y tomó la forma de siervo. Se hizo un bebé. Sin embargo el ángel no dijo que era un bebé. Dijo que era el Salvador y el Señor.

El Salvador porque con su muerte y resurrección  tenemos paz para con Dios al poner en El nuestra fe. El Señor porque está sentado a la diestra del Padre no como un bebé sino como el  Cordero de quien los ángeles decían: “Digno es el Cordero inmolado de recibir el poder y las riquezas, la sabiduría y la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.” “Y todo lo creado en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían: «Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sean dadas la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.”

¿Entiendes? No. No es un niño al que estas celebrando. Es al Hijo de Dios. El puede ser tu Salvador y debe ser tu Señor. No manejes tu vida a tu antojo, deja que Jesús la maneje. ¿Sabes que dijo Jesús de si mismo? “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Navidad es Jesús. Celebra la Navidad. Entrégale tu trono, el timón de tu vida a Jesús. Confiésalo como tu Salvador y como tu Señor. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.”

Solo entonces se hará realidad la oración de Jesús: »Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste ... »Padre, quiero que donde yo estoy también estén conmigo aquellos que me has dado, para que vean mi gloria, la cual me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han reconocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y aún lo daré a conocer, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos.»

¿Te nos unes?


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