La buena batalla de la fe
Ayer
nos reunimos en el Círculo de Vida (CDV) a meditar sobre un texto que el
Apóstol Pablo le escribió a Timoteo, bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Revisamos el texto que se encuentra en la primera epístola a Timoteo, capítulo
6, versos once y doce. Este dice así:
1
Timoteo 6 11 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue
la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. 12
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual
asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos
testigos. (Biblia Reina Valera 1960).
Otra
versión lo dice así:
1Ti
6:11 Pero tú, Timoteo, eres un hombre de Dios; así que huye de todas esas
maldades. Persigue la justicia y la vida sujeta a Dios, junto con la fe, el
amor, la perseverancia y la amabilidad. 12 Pelea la buena batalla por la fe
verdadera. Aférrate a la vida eterna a la que Dios te llamó y que confesaste
tan bien delante de muchos testigos. (Nueva Traducción Viviente)
Contexto.
El
apóstol Pablo escribió esta epístola alrededor del año 64 después de
Jesucristo. Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, estableció cuál
sería la conducta de la iglesia y la de sus líderes. Aunque Timoteo era un
pastor, estas palabras aplican a todos
aquellos que quieren ser usados por Dios y que sus vidas hagan una diferencia.
Los
versículos que anteceden el texto que estudiamos nos enseñan que hay personas
que contrario a lo que enseña la Palabra de Dios enseñan dos cosas:
- Falsa enseñanza: v. 3 y 4
-
Falsa riqueza: v. 9 y 10
Con
esto en mente Pablo reta a Timoteo a huir de estas falsedades. Pero también nos
lleva a formularnos tres preguntas.
1. ¿Eres un hombre de Dios? Si la respuesta es sí,
debemos saber dos cosas. En primer lugar, no es gracias a lo que somos. Nuestra naturaleza es pecaminosa y solo en el
corazón de Dios cabe el hecho de ser adoptados a través de la aceptación del
sacrificio de Jesús. En segundo lugar, ser hombres de Dios genera una gran
responsabilidad. Somos el punto de contacto de Dios con los demás seres
humanos, en nuestro hogar, en nuestro trabajo, en nuestra familia, y en general ante cualquier persona somos los
embajadores de nuestro Dios. Sí tu respuesta es sí a la primer pregunta:
a. Entonces huyes de la falsa enseñanza. V.3
i.
La
verdadera enseñanza conduce a una vida de sumisión a Dios.
b. Entonces huyes de la falsa riqueza
i.
Estemos
contentos con lo que tenemos. V.8
2. ¿Eres un hombre piadoso? Si huir de algo es alejarse de ello,
perseguir algo es acercarse a lo que perseguimos. Por ello en el vero once
habla de seguir o perseguir algo, con el fin de alcanzarlo. Suena a
trabalenguas, pero veamos que nos pide Pablo que persigamos:
a. Persigues la justicia
i.
Carácter o
cualidad de ser recto o justo.
b. Persigues las vida sujeta a Dios
i.
Palabra
compuesta: “bien” y “ser devoto”. “Actitud en pos de Dios, hacer aquello que es
agradable a El”.
ii.
Devoto: sagrada
reverencia llena de admiración exhibida especialmente en las acciones.
c. Persigues la fe
i.
Convicción
moral o verdad religiosa. Romanos 10.17
nos enseña que la fe viene por el oir la Palabra de Dios, la Biblia.
d. Persigues el amor
i.
Ágape.
Amor sacrificial.
e. Persigues la paciencia
i.
Esperar
persistentemente y mantener la fidelidad.
f.
Persigues
la mansedumbre .
i.
Es aquella
disposición de espíritu con la que aceptamos sus tratos con nosotros como
buenos, y por ello sin discutirlos ni resistirlos.
3. ¿Eres un hombre de fe?
a. Peleas la batalla por la fe verdadera. 1 Pedro
3.15 nos enseña que debemos estar preparados ante alguien que nos pregunta
acerca de la esperanza que tenemos en Jesús.
b. Te aferras a la vida eterna. La fe trasciende los
límites y nos lleva hasta una vida eterna. Nuestro objetivo es la eternidad y
no lo terreno.
c. La confiesas ante muchos testigos. Un testigo
habla de lo que conoce. Si yo no conozco a Jesús no puedo testificar de El. Si
lo conozco lo lógico es hablar de El.
Si tu respuesta a estas tres
preguntas es un sí, un día podremos decir lo que Pablo dijo en 2Timoteo 4:7 He peleado la buena batalla, he acabado la
carrera, he guardado la fe.
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