Justificación 2.

Como un revés de la actitud de Dios hacia el pecador dada la nueva relación del pecador con Cristo, justificación es:

(1) Un acto declarativo por el cual se declara al pecador libre de culpa y de las consecuencias del pecado (Romanos 4:6-8; 5:18, 19; 8:33, 34; 2 Corintios 5:19-21);

(2) un acto judicial en el cual la idea de juicio y de salvación se combinan para representar el cumplimiento de la ley por parte de Cristo a favor del pecador (Mateo 10:41; Romanos 3:26; 8:3; 2 Corintios 5:21; Gálatas 3:13; 1 Timoteo 1:9; 1 Pedro 3:18);

(3) un acto remisivo en el cual Dios en realidad remite el pecado en un perdón completo (Romanos 4:5; 6:7); y

(4) un acto restaurativo por el cual el pecador perdonado encuentra nuevamente el agrado de Dios al imputársele la justicia de Cristo (Romanos 5:11; 1 Corintios 1:30; Gálatas 3:6).

Las Escrituras enseñan cuatro puntos básicos e indispensables acerca del acto de justificación. La justificación implica:

A. Remisión del castigo, por medio de la cual el creyente justificado es declarado libre de las demandas de la ley ya que ellas han sido satisfechas en Cristo (Romanos 4:5) y no está expuesto más a la pena de la ley (Romanos 6:7).

B. Restauración al favor de Dios, en que el creyente justificado es declarado personalmente justo en Cristo. Una mera absolución o remisión dejaría al pecador en la misma condición de un criminal puesto en libertad. Justificación da a entender que el trato de Dios con el pecador es como si él nunca hubiera pecado. El pecador es considerado ahora personalmente justo en Cristo (Gálatas 3:6). No hay sólo absolución sino también aprobación; no sólo perdón, sino también promoción.

C. Imputada justicia de Dios, la cual es impartida al creyente justificado por medio de la presencia de Cristo. La salvación en Cristo imparte al creyente la calidad y el carácter de la justicia de Cristo (Romanos 3:22-26; Filipenses 3:9). Cristo llega a ser el Justificador por medio del cual una nueva vida es inaugurada en el creyente (1 Corintios 1:30).

D. Nueva condición legal ante Dios en la cual, en lugar de estar bajo la condenación del pecado, el creyente justificado se encuentra ante Dios en Cristo. Cristo toma el lugar del pecador, el lugar de maldición (Gálatas 3:13), siendo hecho pecado (2 Corintios 5:21) y siendo juzgado por el pecado; el creyente se encuentra ahora en la justicia de Cristo (Romanos 3:25) y es considerado como un hijo (Gálatas 4:5).

La base sobre la cual depende la justificación es la obra redentora en la muerte de Cristo. La justicia intrínsica de Cristo es la única base por la cual Dios puede justificar al pecador (Romanos 3:24; 5:19; 8:1; 10:4; 1 Corintios 1:8; 6:11; Filipenses 3:9; Tito 3:7). La causa instrumental de justificación es la fe, siendo esta la respuesta del alma a la gracia redentora de Dios (Romanos 3:28). La fe es la condición de la justificación pero no puede ser considerada meritoria, sino que solamente como la condición por medio de la cual la obra meritoria de Cristo es aceptada por el pecador. La base definitiva de la justificación es la obra de Cristo — completada, acabada y adecuada— que como sacrificio expiatorio para bien del pecador obtuvo él en su obra redentora en la cruz.

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